DANZA JOVEN SE UNE A LAS PROPUESTAS ALTERNATIVAS CON UN
ESPECTÁCULO SOBRE LA DEFORMIDAD
Francisco Ponce O.
Acerca
de la obra.
DESCENSOR es una obra del coreógrafo colombiano Vladimir Rodríguez. Un espectáculo sobre la distorsión y la deformidad, que viene a cambiar los parámetros y a tratar de
activarse en la reflexión, de igual
forma, es una obra en la que se difuminan los límites entre la
danza y el teatro.
Los
caminos y las formas de hacer danza contemporánea son múltiples, la complejidad de estilos, formas
de componer y lenguajes de las
coreografías son tan diversos como coreógrafos existen, lo cual justamente
enriquece las propuestas escénicas actuales.
En relación a lo anterior, la
compañía Danza Joven de Sinaloa trabaja
con varios coreógrafos para mostrar parte de las distintas expresiones de la danza contemporánea.
Bajo
esta premisa, los bailarines de Danza Joven, Vladimir Rodríguez, y su colaboradora Elena
Ciavarella, trabajaron en conjunto un proceso de co-creación que dio como
resultado una obra que se aleja de las
convenciones que prevalecen dentro del lenguaje dancístico. En palabras del coreógrafo, esta obra
puede ser denominada como “teatro-físico burlesco”, mientras explica
que la pieza es interesante porque es un
espectáculo sobre la deformación, un tema que siempre lo ha
motivado para componer sus piezas. La postura del artista respecto a la danza contemporánea,
consiste en que ésta debe ser contestataria y reflexiva para crear espectadores activos.
En
Descensor los bailarines buscan una teatralidad que tenga un desenvolvimiento o
una fisicalidad referentes a una
estética específica, misma que el coreógrafo ha buscado a través del desarrollo de un
sistema de entrenamiento que se llama
Piso Móvil. “De alguna manera, este sistema de entrenamiento va generando un tipo
de cuerpo que sirve para llevar a cabo los espectáculos que yo realizo”.
Hablamos
también de la obra como una pieza que va hacia
el humor pero lo traiciona para irse hacia la tragedia. A groso modo, es la
historia de 4 personas que se encuentran
en un ascensor, que en lugar de subir,
está siempre descendiendo, “como público no sabemos a dónde va, si baja
o si sube, solamente en la medida en que van pasando cosas dentro de este
aparato es que nos damos cuenta que está
bajando y no subiendo como originalmente se piensa en la primera imagen”
comenta Rodríguez.
El
coreógrafo nos platica.
Además
de tener una tendencia muy definitiva hacia el teatro físico, el autor comenta que como creador está fuertemente influenciado por las artes marciales, el hip-hop, la ópera, la danza contemporánea minimalista, la salsa y el butoh.
“Hay cantidad de lugares de los que he
tomado referencia; el teatro físico es una mina a explorar , es realmente joven
como término y me parece más
contemporáneo que la danza contemporánea, en el sentido de cómo
se estructuran y fusionan las artes. Me
parece que el teatro físico se asemeja más a lo que yo hago”.
Tomar
ideas o imágenes específicas y
deformarlas o distorsionarlas, ha sido
una constante a lo largo de la carrera
de este colombiano que actualmente radica en París, por ello, se ha cuestionado y ha tratado
de buscar metodologías, desarrollado
laboratorios y ha buscado a la
gente que experimenta con eso. En este
caso, los intérpretes de Danza Joven se
unieron a los intereses del autor para dar vida a los personajes de la obra en
cuestión.
Rodríguez, explica que
su trabajo va hacia la aparición del rol a partir de un estado específico del cuerpo, más que hacia la creación de personajes. “Ese
rol, más que tener destacado y desarrollado un personaje como tal, tiene unas
características que generan una voz, misma que progresivamente comienza a
salir. Yo trabajo bastante desde la
gestual, desde el sonido, y muchísimo desde la deformación de la acción
física, cómo se distorsiona un rol de
éstos y cómo ese rol se desenvuelve: tengo un organismo y cómo es que éste se debe comportar en determinado lugar”
expresa.
Un
espacio de creación: un privilegio.
Al no trabajar sobre remontajes de piezas de
repertorio, el material queda para ese
grupo que lo inventó, les pertenece a
ellos y no a otros espacios. “Con Danza
Joven no fue la excepción, llegamos
a hacer creación, empezamos de cero,
tenía una idea, estaba tanteando esta curiosidad de aventarme sobre el camino de lo teatral, me di la
oportunidad de verlos primero para ver
hasta dónde podíamos arriesgarnos por ese camino, y gratamente vi que de alguna manera soportarían
la carga para no terminar
frustrados en el camino de lo que no se
hubiese podido lograr, por el contrario, había grandes posibilidades de que
esas búsquedas fueran lejos, por el tipo
de bailarines con los que estaba trabajando”, señala.
Para
finalizar comenta que la obra es
interesante para los espectadores, en cuanto
se puedan ver afectados, de buena
o mala manera, pero afectados. “Siempre hablo de la traición al público, el
público tiene que ser seducido para ser traicionado, así el público se independiza, se vuelve
autónomo”, de esta forma, la danza escénica ya no es sólo un divertimento, un
entremés, sino algo que se necesita pensar y no
únicamente ir a ver y disfrutar”,
concluye.
F.P.