jueves, 30 de mayo de 2013



DANZA JOVEN  SE UNE A LAS PROPUESTAS ALTERNATIVAS CON UN ESPECTÁCULO SOBRE LA DEFORMIDAD


Francisco Ponce O.

Acerca de la obra.

DESCENSOR  es una obra del coreógrafo  colombiano Vladimir Rodríguez.  Un espectáculo sobre la distorsión  y la deformidad, que  viene a cambiar los parámetros y a tratar de activarse  en la reflexión, de igual forma, es una obra   en la que se difuminan los límites entre la danza y el teatro.
Los caminos y las formas de hacer danza contemporánea son  múltiples, la complejidad de estilos, formas de componer  y lenguajes   de  las coreografías son tan diversos como coreógrafos existen, lo cual justamente enriquece las propuestas escénicas actuales.  En relación a  lo anterior, la compañía Danza Joven de Sinaloa  trabaja con varios coreógrafos para mostrar parte de las distintas expresiones  de la danza contemporánea.

Bajo esta premisa, los bailarines de Danza Joven,  Vladimir Rodríguez, y su colaboradora Elena Ciavarella,  trabajaron en conjunto  un proceso de co-creación que dio como resultado una obra que se aleja de  las convenciones que prevalecen dentro del  lenguaje dancístico.  En palabras del coreógrafo, esta  obra  puede ser denominada como “teatro-físico burlesco”, mientras explica que  la pieza es interesante porque es un espectáculo sobre la deformación, un tema que siempre lo  ha  motivado para componer sus piezas. La postura del  artista respecto a la danza contemporánea, consiste en que ésta debe ser contestataria y reflexiva  para crear espectadores activos.

En Descensor  los bailarines buscan  una teatralidad que tenga un desenvolvimiento o una fisicalidad referentes  a una estética específica, misma que el coreógrafo  ha buscado a través del desarrollo de un sistema de entrenamiento  que se llama Piso Móvil. “De alguna manera, este sistema de entrenamiento va generando un tipo de cuerpo que sirve para llevar a cabo  los espectáculos que yo realizo”.

Hablamos   también de la obra como una pieza que va hacia el humor pero lo traiciona para irse hacia la tragedia. A groso modo, es la historia de 4 personas que  se encuentran en un ascensor, que en lugar de subir,  está siempre descendiendo, “como público no sabemos a dónde va, si baja o si sube, solamente en la medida en que van pasando cosas dentro de este aparato es que nos damos cuenta que  está bajando y no subiendo como originalmente se piensa en la primera imagen” comenta Rodríguez.




El coreógrafo nos platica.

Además de tener una tendencia muy definitiva hacia el teatro físico,  el autor comenta que como creador  está  fuertemente influenciado por  las artes marciales, el hip-hop, la ópera, la danza contemporánea minimalista, la salsa  y el butoh. “Hay cantidad de lugares  de los que he tomado referencia; el teatro físico es una mina a explorar , es realmente joven como término  y me parece más contemporáneo que la danza contemporánea, en el sentido  de  cómo se estructuran  y fusionan las artes. Me parece que el teatro físico se asemeja más a lo que yo hago”.

Tomar ideas o  imágenes específicas y deformarlas o distorsionarlas,  ha sido una constante  a lo largo de la carrera de este colombiano que actualmente radica en París, por ello,  se ha cuestionado  y  ha tratado de buscar metodologías, desarrollado  laboratorios y ha buscado a  la gente que experimenta con eso.  En este caso, los intérpretes de  Danza Joven se unieron a los intereses del autor para dar vida a los personajes de la obra en cuestión.

Rodríguez,  explica que  su trabajo va  hacia la aparición  del rol a partir de  un estado específico del cuerpo,  más que hacia la creación de personajes. “Ese rol, más que tener destacado y desarrollado un personaje como tal, tiene unas características que generan una voz, misma que progresivamente comienza a salir.  Yo trabajo bastante desde la gestual, desde el sonido, y muchísimo desde la deformación de la acción física,  cómo se distorsiona un rol de éstos y cómo ese rol se desenvuelve: tengo un organismo y cómo es que  éste se debe comportar en determinado lugar” expresa.


Un espacio de creación: un privilegio.

Cabe señalar que esta coreografía  es una creación original y específica que el artista realizó  para la compañía dirigida por Georgina Gutiérrez.  El coreógrafo comenta que  por lo general no trabaja repertorio o remontajes, ya que  el espacio de la creación es un privilegio enorme, en el cual muy  pocas veces se tienen  las condiciones propicias para dedicarse a hacer una coreografía. “Si de golpe, yo me encuentro el tiempo suficiente  para    trabajar  con 4 intérpretes de alto nivel, en un espacio idóneo y  con una estabilidad como compañía, yo digo: estoy en las condiciones propicias para trabajar dentro de una creación nueva, donde toda la infraestructura se estabiliza para poder probar algún proyecto”, comenta.

 Al no trabajar sobre remontajes de piezas de repertorio,  el material queda para ese grupo que lo inventó,  les pertenece a ellos y no a otros espacios.  “Con Danza Joven no fue la excepción,  llegamos a  hacer creación, empezamos de cero, tenía una idea, estaba tanteando esta curiosidad de aventarme  sobre el camino de lo teatral, me di la oportunidad  de verlos primero para ver hasta dónde podíamos arriesgarnos por ese camino, y  gratamente vi que de alguna manera soportarían la carga  para no terminar frustrados  en el camino de lo que no se hubiese podido lograr, por el contrario, había grandes posibilidades de que esas  búsquedas fueran lejos, por el tipo de bailarines con los que estaba trabajando”, señala.

Para finalizar comenta que  la obra es interesante para los espectadores, en cuanto  se puedan  ver afectados, de buena o mala manera, pero afectados. “Siempre hablo de la traición al público, el público tiene que ser seducido para ser traicionado, así  el público se independiza, se vuelve autónomo”, de esta forma, la danza escénica ya no es sólo un divertimento, un entremés, sino algo que se necesita pensar y no  únicamente  ir a ver y disfrutar”, concluye.

F.P.